jueves 21 de mayo de 2009

El "Hombre Verde" de Talavera la Real.



La Base Aérea de Talavera la Real es un aeropuerto en Badajoz, justo al límite del término municipal con Talavera la Real, en la provincia de Badajoz, a 15 km de la ciudad, en el corazón de las vegas bajas del Guadiana. Comenzó a funcionar en 1953 llamándose Escuela de Reactores. Aunque inicialmente contaba con dos pistas, en la actualidad solo cuenta con una, que ha sufrido varias ampliaciones has llegar a los 2.805 metros de longitud actual, y es compartida con el Aeropuerto de Badajoz, que se encuentra al otro lado de la pista.

En la base aérea se encuentra el Ala 23 del Ejército del Aire, dedicada a la enseñanza y formación de pilotos de combate que compondrán las unidades de caza. Cuentan con aviones Northrop F-5 Freedom Fighter.

Es una de las principales bases aéreas de Europa en lo referente a formación, y junto al consorcio EADS-CASA, han presentado un proyecto denominado Talavera European Eurofighter School (TEFS) con la intención de que la Base Aérea de Talavera se convierta en una de las sedes del Proyecto Eurotraining, con la intención de convertirse en una de las 3 sedes que formarán a los pilotos de combate de 12 países europeos.

Una guardia incómoda

José María Trejo y Juan Carrizosa, hacia las dos menos cuarto de la madrugada del 12 de Noviembre de 1976, se encontraban de guardia (cada uno en su garita, alejadas aproximadamente unos 60 m una de la otra) en la llamada zona de combustible de la Base Aérea de Talavera la Real (Badajoz). Cuando comenzaron a escuchar unos ruidos extraños, al principio parecían interferencias radiofónicas, pero se transformó en un silbido agudo y penetrante que hacía daño a los oídos.

Los soldados comenzaron a preocuparse pensando que alguien hubiese penetrado en el área militar, pero tras cinco minutos, el sonido cesó.

Trejo grito a su compañero Carrizosa si lo había oído y éste respondió que si. Prepararon sus armas, subfusiles “Z-62″, con la munición reglamentaria, y realizaron una inspección ocular en los alrededores. De nuevo, comenzó a producirse el sonido, tan intenso que parecía que les iba a estallar la cabeza. Pasados cinco minutos, al igual que la vez anterior, dejo de oírse y observaron en el cielo una claridad, sobre su misma vertical, parecido a una bengala, que duró unos 15 o 20 segundos.

José Hidalgo, otro compañero se acercó hasta las garitas, acompañado de uno de los perros-lobo, preguntando a éstos si habían visto el resplandor.

Temiendo que alguien hubiese penetrado en las instalaciones con alguna intención de sabotaje, decidieron avisar a Pavón, el cabo de guardia. Éste, les ordenó que realizaran una inspección ocular.

Con las armas cargadas, comenzaron a caminar en paralelo con la tapia que separa la carretera general de la Base. Al ver que el perro, especialmente entrenado para estos casos, no mostraba ningún signo de inquietud, iban más tranquilos. Pero de repente, cuando llevaban andados unos 300 metros, sintieron como un remolino y escucharon como se rompían unas ramas de un eucalipto cercano.

Esto les alertó, aferrados a sus subfusiles, soltaron al perro, el cual fue directo hacia el lugar donde habían oído el ruido de las ramas. Fueron momentos de especial tensión, esperando a que el perro hiciese algún ruido o ladrido, pero no fue así, después de unos segundos el perro regresó como mareado, tambaleante. Esta acción se repitió cuatro o cinco veces, hasta que el perro comenzó a hacer círculos alrededor de los soldados (técnica de defensa que se les enseña a dichos perros en medida de protección ante un peligro para la persona que tienen que defender).

Dieron varias veces el alto, pero nadie respondía, hasta que José María Trejo tuvo una sensación de que alguien estaba tras de él. A 15 metros de ellos, vieron una figura verdosa, formada de puntos de luz, de unos 3 metros de altura, con una cabeza pequeña y con una especie de casco, con un cuerpo grueso y unos largos brazos (en posición de cruz), las manos y los pies no pudieron verlas.

Trejo intentó disparar, pero antes de poder hacerlo sintió un agarrotamiento general y cayó al suelo.

Hidalgo y Carrizosa comenzaron a disparar, entre 40 y 50 disparos realizaron contra aquel ser, el cual se encendió como un flash y desapareció, volviendo de nuevo el sonido chirriante que habían oído antes de aquella aparición, durando esta vez 10 o 15 segundos.

Ayudaron a Trejo a incorporarse y pusieron a toda la base en estado de alerta máxima.

Al día siguiente, un total de 50 hombres, inspeccionaron la zona donde había tenido lugar el suceso y no encontraron nada. Ni un solo casquillo, ninguna bala empotrada en el muro que rodea al perímetro, nada.

A los pocos días, cuanto Trejo entraba en el comedor de la Base, cayó inconsciente al suelo tras haber mostrado signos de ceguera. Inicia entonces un periplo en el que se entremezclaban estados de ceguera con un posterior ingreso en una institución hospitalaria. Su última hospitalización fue el 30 de noviembre en el hospital de Madrid del ejército de Aire, con una duración de un mes y con una conclusión de haber sufrido “desajustes nerviosos”. A partir de ese momento estos “desajustes nerviosos” no volvieron a producirse.

Los expertos de las Fuerzas Aéreas ratificaron que las ametralladoras habían sido disparadas, pero ¿Qué había ocurrido con los proyectiles? ¿A qué o a quien habían disparado?

Según los protagonistas de la historia: – “No sabemos de qué se trata exactamente. Pero, de lo que no tenemos duda alguna -puesto que lo vimos perfectamente los tres- es que “aquello ” era algo parecido a un hombre, pero muy alto…”

Fuente: www.sendasdelmisterio.es